El lunes pasado llegué a Barcelona a primera hora de la tarde. La humedad hizo que se me ahuecara el pelo y se me hinchara el corazón: hacía año y medio que no estaba ahí.
Fui directa a casa de Mónica y jugué un rato con sus hijos Elvis y Jarvis.
Esa noche había un sarao de Converse. Me duché rápido y Jon, Mónica y yo cogimos un taxi, aunque por un momento temimos no poder hacerlo, porque nos decían que estaban todos ocupados por el Barcelona World Mobile Congress. No hubo problema. De hecho yo pensaba que me iba a reventar el Tinder y que aquello sería una orgía constante e internacional, y para nada. Más asiáticos de lo normal por la calle. Eso era todo.
Mis Converse Chuck Taylor estaban expuestas en una foto, junto con las de otras personas relevantes; aunque la responsable de la campaña me aclaró que a mí no me habían escogido por ser importante, si no porque ella era lectora de este blog. Lo agradezco un montón, la verdad. Y mis bambas rotas y envejecidas, seguro que también, porque la idea era homenajear a las Chuck Taylor como parte de una misma; y las mías han vivido tanto, que casi pueden caminar solas.
Colgué esta foto en
mi Instagram:
El evento era en un sitio muy chulo, con ensaladas ricas y camareros y camareras guapérrimos. Daban combinados modernos, pero yo me decanté por cerveza bien fría. De hecho me vine arribísima y me puse a bailar. En una sutil pero muy armónica acrobacia saltando del escenario se me cayó el móvil, mi cuarto phablet bq.
Pantalla rota que dejó de ser táctil. Ese es el motivo por el que no tengo fotos.
Con cierto mal rollo me quedé tomando cerveza con la Duqui, con su cuñada Aida, con Monstruo Espagueti, a la que acababa de conocer (y ya deseaba que fuera mi amiga para siempre) y con un fenómeno desatado de la naturaleza llamada Berta. También había dos chicos, pero no recuerdo sus nombres.
Luego más cervezas en un bar de barrenderos de Via Laietana y terminamos sentadas en una escalinata gótica cerca de la catedral. Era lunes, tampoco había mucho más que rascar. Me fui a casa feliz. Me lo pasé pipísima.
A posteriori, en
twitter, me han avisado de que la campaña de Converse con mis zapas está en la calle. Emoción máxima.
El martes me dediqué a pasear. Sin tiempo, sin rumbo, pero con móvil. Me compré un samsung blanco que todavía me dura. Es mi quinto móvil en lo que va de año.
Paseé por Barcelona, tan limpia y tan bonita. Vi una pequeña muestra de Brosmind, un estudio creativo que saca un libro: Why how what.
Me probé el típico vestido que en la percha es una monada, pero puesto da lastimilla. Creo que no me sientan bien los tonos pastel.
Caminé sin rumbo topándome (qué guay el verbo "topar") con lugares míticos y cielos despejados.
...Ver a los Dorian anunciados, aunque sea en su ciudad, siempre me produce una especie de orgullo maternal. Qué majos que son, y qué lujo haberlos visto crecer.
Quedo con Carla. La gran Carla Sospedra. En su barrio, en el mío estos días, en Gracia. De camino, veo este portal chiflante, en la calle Torrent de L´olla 57. Me encanta.
¡Qué mona, qué maja, qué lista y qué dulce es Carla! Me lleva a un sitio muy chulo, cero pretencioso, de comer y de beber, que por lo visto han abierto los del Heliogabal. Allí hay un chico que me encanta, con pelo alborotado, pero me pasa lo de siempre: al mirarlo bien, me doy cuenta de que probablemente sea menor de edad. Me siento como una vieja verde, qué horror.
Decido no beber alcohol. No pasa nada por no tomar cerveza un martes. Me pido un zumo de naranja, me da todo un subidón vitamínico y nos vamos a cenar a un sitio muy guay por allí cerca. Tenemos a los cocineros delante, las croquetas son espectaculares y el sitio está lleno.
Voy a casa. A casa de Jon, Mónica, Elvis, Jarvis y dos gatos, todos muy hospitalarios. Bueno, los gatos no mucho. Aquí las cosas de los niños:
Y aquí los niños:
El miércoles llueve. Es un día muy gris y pelín frío, perfecto para ver exposiciones, así que de nuevo quedo con Carla. Ella está dejando el café. Yo creo que nunca lo dejaré. Desayunamos en esta maravilla de sitio:
Justo al salir, me topo, del verbo topar, con David Psychocandy, que me dice que vive ahí al lado y que a ver si nos vemos. Yo le digo lo mismo (lo de que vivo al lado, no, claro).
Carla sugiere que vayamos al Palau de la Virreina, a una expo de Sophie Calle. Como no sé quién es ni qué quiere en la vida, le digo que vale, y caminamos bajo la lluvia hasta allí.
La exposición (que -aviso- estará hasta el 7 de junio) es muy entretenida, de esas que hacen identificar cosas personales con cosas universales.
Primero hay un montón de definiciones, fotos y paranoias de ciegos. De gente invidente. La tal Sophie pregunta qué es la belleza a ciegos de nacimiento, y la verdad, me sorprende que muchos hablan de colores, de peces, de tono del pelo... Está curiosillo.
Después hay fotos autobiográficas que representan aspectos muy privados, y que a mí en lo personal me da vergüenza esta exposición gratuita de tanta intimidad: fantasías sexuales compartidas con su pareja, cosas de esas...
Y después llega la parte más interesante. Copio literal el inicio de esta parte de la muestra:
"
Recibí un mensaje electrónico diciéndome que todo había terminado.No supe cómo responder.Era casi como si no hubiera estado dirigido a mí.Terminaba con la frase .Y así lo hice.Le pedí a 107 mujeres, elegidas por su profesión o sus habilidades, que interpretaran la carta.Que la analizaran, la comentaran, la bailaran, la cantaran.La agotaran. Que la entendieran por mí. La respondieran por mí.Era una forma de darme tiempo para cortar.Una manera de cuidarme."
La interpretación de las demás mujeres es absolutamente fascinante. Hay desde una juez, hasta una criminóloga, una sexóloga, una experta en derechos de la mujer de la ONU, una clarividente, una analista de estilo, una tiradora de rifle, cantantes como Christina Rosenvinge o Elli Medeiros, actrices como Jeanne Moreaou o Victoria Abril, y hasta la madre de la artista. Todas y cada una de ellas ofrecen una interpretación diferente. El sujeto que ha terminado con la relación no queda muy bien parado, y el conglomerado de opiniones se acerca notablemente a la realidad femenina, cuando nos pedimos ayuda y tejemos una red consistente entre nosotras. La actitud de no encajar una ruptura y requerir la voz de otras mujeres es algo cercano, casi ancestral, que refleja a la perfección cómo funcionamos los humanos (varones y mujeres) sentimentalmente; como nos necesitamos, y necesitamos otras interpretaciones que enjuicien la realidad y la descodifiquen a su manera. Todos esos retazos, las opiniones de los otros (en este caso las otras) vertebran el discurso sanador que nuestro corazón ansía.
La verdad es que la exposición está chula, pero seguro que en lo personal, Sophie Calle me parecería una petarda. Bueno, intensa y egocéntrica también. Pero todas somos un poco así, la diferencia es que esta mujer lo enseña en un museo.
Al pasar por esta facultad y ver este cartel, recuerdo que cuando yo estudiaba filosofía, (que era la carrera que cursaba por la mañana, antes de comer en un tren de cercanías para ir a mis clases de periodismo de la tarde) se estilaba mucho la palabra "sofista" como insulto. Creo que la voy a retomar, ¡sofistas de mierda!. Mola...
Me despido de Carla. Voy a la estación de Sants. Quiero cambiar el billete de vuelta y si ustedes han viajado alguna vez con RENFE, sabrán lo inútiles, discriminatorios, cutres y paupérrimos que son sus servicios por teléfono y on line. A mi me han hecho más daño que cualquier ex-novio. No quiero tener líos así que voy a Sants, cambio el billete y vuelvo al centro. En metro.
Me ilusiona ver la campaña de Converse bajo tierra:
Llueve. Luego ya no. Y luego otra vez.
Como una ensalada y un pincho de tortilla en la cafetería con menos diseño que encuentro. Aprovecho también para cargar el móvil y hacer pis.
Me encamino al estudio de mi amigo Miguel Melindres, que tiene el centro de operaciones de su marca
Jarapa Jarapa en el sótano de una tienda pija moderna náutica.
Elijo una sudadera rosa y una tela de dinosaurios para encargarle un modelito para ponerme en el Debate de GHVip. Las prendas que hace Miguel son únicas; imaginen la trabajera de no repetir diseño. Pues él lo hace.
Como es tan majo me deja enviar unos mails de trabajo en su ordenador; y después nos vamos a tomar unas cervezas. Allí se nos une el gran Borja Domínguez, uno de los intelectos
más lúcidos de nuestro tiempo.
Con la segunda cerveza estoy borracha ya. Tengo los pies fríos, mojados por la lluvia. Comentamos cosas de la vida, de Anna Allen, de los PXXR GVNG... Hablamos de las Grecas, concretamente de la Greca viva, y tras una conversación llena de malentendidos, convenimos en utilizar la expresión "A Greca viva" para designar aquello fuerte que arrasa: "Esta noche salgo a greca viva", por ejemplo.
Hablo con Victor por facebook. Está saliendo de trabajar ahora, así que me voy a hacerle una visitilla. Me despido de Miguel y Borja. Cojo el metro borracha como un piojo y me bajo en Fontana, para conocer la nueva casa de Victor Rins.
No hago fotos, y eso que la casa es muy chula. Sobre todo las camas de los dormitorios en alto. En las habitaciones de sus hijos y en la suya propia ha montado un espacio en alto; y lo más sorprendente, lo ha hecho él. Víctor se quita mérito, pero es toda una proeza. Escuchamos música, fumamos y bebemos cerveza. Hablamos de las cosas importantes de la vida: planes de vacaciones, realities del momento, amigos en común y deseos vitales.
Es miércoles, lo que significa que hay QQCCMH mi programa favorito (y lo era ya antes de haber trabajado en él). Mónica ha invitado a Ramiro y a Xisca a su casa para verlo y cenar. Llego tarde y borracha. Mónica se ha currado una sopa espectacular y una ensalada riquísima. Es el 50% de
El Comidista, imagínense la vergüenza que paso cuando viene a Madrid y se aloja (alojar es otro verbo guay) en mi casa. Yo no sé cocinar y cuando lo hago es el festival de la fritanga.
El "quien quiere" es sublime, como siempre. En el chat de "contenidos" de whatsapp, guionistas directores y redactores comentamos los highlights del programa y lo que no se ve de él. En twitter un poco también.
Me acuesto feliz, bebida y catalana.
El jueves hace sol. De hecho es un día precioso.
Hoy tengo una jornada 100% femenina a cargo de Eastpak. Al acercarme al punto de encuentro no imaginaba lo que iba a disfrutar de aquella jornada.
Hasta aquí he utilizado mis fotos, las de mi movil. (Es evidente, lo sé). Para el bien de sus pupilas, los eficientes responsables de comunicación de Eastpak, también hicieron fotos de la jornada.
La cosa comenzó en un espacio luminoso y bonito de coworking al lado de casa de Mónica, lo cual nos vino perfecto, porque comenzamos con un taller, precisamente impartido por Mónica. Un taller alucinante sobre bocatas. Prepararlos, comerlos, y fotografiarlos (taller de truquillos fotográficos, impartido al unísono por Mireia Rodríguez, una grande -y libre-).
Araceli estaba recién llegada de Madrid. La cosa empezaba bien.
Allí estaba Silvia Méndez, que se tuvo que retirar pronto porque tenía faena; también Raquel Piñeiro, que no puedo admirarla más; y Monstruo Espagueti, que la llevo en el corazón todo el rato; y Tere Tarrago, que daba mejor rollo todavía que de costumbre, porque estaba preñada; pero bien preñada. No sé si les pasa, pero hay embarazadas que dan buen rollo y otras, como que no. Teresa es de las que inspiran.
Supongo que esto que organizaba Eastpak era por el día de la mujer, porque trataba precisamente de mujeres inspiradoras; pero afortunadamente para todas, no tenía ese absurdo sesgo reivindicativo facilón que utilizan de forma mercantilista las marcas.
Esto era una jornada con todo en su sitio, con actividades (en paralelo con otras ciudades) muy acertadas y de verdad inspiradoras, y no es por nada, pero la selección de inspiradoras y de asistentes me pareció exquisita.
Ninguna it girl petarda, ni gente con problemas graves de egos, ni ansias de protagonismo absurdo, ni modernas catetas, ni pavisosas a la última moda. Eran (¿éramos?) una selección de mujeres con carácter, majas, risueñas... Yo que soy un tanto bruta para esto de las definiciones, diría que todas las asistentes y oradoras eran (¿éramos?) de ese tipo de mujeres que folla bien y siempre con ganas:
Araceli Segura Graphic designer
Arianna Díaz Good2b.com director
Gemma Thug ladies DJ
Eva Villazala Director Lamono
Helena Exquis Artist & activist Chicas Internet
Anastasia Bengoechea Artist & activist Chicas Internet
Ester Tió Stylist (Woman)
Lidia Juvasteny justshootme.es
Silvia Méndez Stylist
Estela Cebrián Journalist (fasntasticplasticmag.com9
Raquel Piñeiro Journalist (Vanityfair.com, Verne.elpais.com)
Francesca Tur Journalist (Tendencias TV)
Candela Rodríguez Journalist
Virginia Camus Notstranger.com
Caminando felices estrenando unas preciosas mochilas llegamos a la siguiente parada, la Galería Plom, un lugar chiflante con un gran defecto. Se trata de una galería de arte, con dibujos rarunos, imágenes oníricas, monstruos que parecen malos pero en realidad son buenos, colores cursis y rojo fuerte, retratos de niños con flequillo, letras huecas... El problema es que está pensada para un público sobre todo infantil. Y, joder, es imposible no sentir cierta rabia. ¿Por qué todo era tan cutre cuando éramos pequeñas nosotras? Yo hubiera flipado si me hubieran llevado a Plom a los 5 ó 6 años. Quizá por culpa de que Plom no existiera, yo no soy la ilustradora o pintora que podría haber llegado a ser. (Dibujo bastante bien, sobre todo teniendo en cuenta que es una destreza que apenas practico).
Desde aquí, quiero mostrar todo el reconocimiento y el mérito que tiene la responsable, Marta Zimmerman. Hay que estar muy loca, y ser muy generosa e inteligente para montar algo así. Admirable de verdad.
El gineceo entero echamos a andar por las condales calles bañadas de sol y ganas.
Nos esperaba un taller de riñoneras. Sí. Repito: Un taller de riñoneras. No se hacen una idea de cuánto goce había allí en torno a una mesa y un montón de cachivaches de costura. La diseñadora Krizia Robustella (abrumadoramente guapa, turbadoramente atractiva) hizo de maestra de ceremonias en su taller-trastienda.
No he visto "El tiempo entre costuras" pero imagino que la estampa era en esa línea, pero sin malos rollos, en 2015 y con mujeres que follan con alegría. Tijeras, cintas doradas, parches loquis, pegamento que olía guay... Y cada una nos customizamos una riñonera. Yo le pienso sacar mucho partido a la mía. Y quiero copiar el lukito a Krizia, que llevaba 2 riñoneras juntas, y quedaba fenomenal.
Después fuimos a un lugar maravilloso. Una cosa muy de Barcelona, que cuando se intenta hacer en Madrid, no sale. Se trataba de un piso, todo muy siglo XX y muy arty, que en realidad era un salón de belleza y una galería artística, todo junto. Bueno y un lugar para eventos como éste.
Nos dieron de comer, y Mar Calpena, una adorable muchacha inspiradora, nos contó cómo había hecho de su pasión por la coctelería, algo más que una afición. Suyo es el blog
Una o dos copas, y suya es la culpa de que cambie mi percepción por los cócteles. El jueves pasado aprendí que me encantan, pero hasta ahora no había probado ninguno con la suficiente calidad.
Entendí además que sea fácil emocionarse, e incluso perderse en la imaginería coctelera ¡Qué goce más delicuescente! ¡Qué espiritualidad para los sentidos! ¡Qué toña tan absurda me agarré!
No sé si antes o después, porque me cuesta ordenar temporalmente los acontecimientos, una de las asistentes, la dulce Patricia Aibar, nos hace una confesión: Ella es la artista conocida como
Marie Tooth, cuya obra está allí expuesta. Me impresionó muchísimo como la fragilidad de una niña monísima con un peto vaquero se trasforma en una obra durísima, devoradora, monstruosa, cárnica, olfativa, truculenta, dolorida. Nos hizo un recorrido cronológico sobre sus pinturas y sus cicatrices, y todas flipamos al unísono. A Monstruo Espagueti (que se llama Anastasia, que no me puede molar más) le cambió la cara; estaba alucinada.
Como era ya por la tarde, nos dedicamos a comer con ganas en la terraza; y allí nos esperaba el postre perfecto:
Nuria Graham, una jovenzuela folkie ofreció un concierto de erizarse los vellos enteros. Qué voz y qué maestría. Y allí, todas sobrecogidas, algo bebidas y escuchando canciones bonitas, creo que pudimos apreciar algo parecido a eso que los humanos llamamos felicidad.
Hay fiestas y eventos muy divertidos. Hay momentos realmente especiales. Hay mujeres inspiradoras. Hay amigas que contienen y aportan. Pero que se dé todo junto, y que encima lo patrocine una marca, llega incluso a mosquearme.
Araceli y yo nos trasladamos a nuestro hotel en la calle Joaquín Costa; pero antes paseamos y miramos tiendas. Estuvimos en VINÇON. ¡Qué terraza tan bonita, por Dios!
No nos dio tiempo a descansar. Nos duchamos y nos dirigimos a una fiesta de la revista Icon en HyM. Daban gin tonic, pero a mi no me apetecía.
De ahí nos fuimos al Betty Ford´s, y nos sentamos al lado de un guiri que tenía una perrita. Al poco rato llegó Silvia Méndez y aparecieron también Javi Buenavista, Carlos Custodio y Miguel Padial, que venían de un estreno teatral (ellos son así de culturales).
Estuvimos fabulando con la idea de tener un novio catalán; y me enseñaron el vídeo de un posible candidato. Era muy mono, la verdad. Todavía no sé por qué no llegaron a presentármelo en vivo.
Padial nos recomendó ir al Caribbean. Dijo que allí iban muchos heteros guapos.
Y allí que fuimos.
Araceli quedó allí con Jordi (Labanda); y qué bien haber elegido esta coctelería. Probamos cócteles de frutos del bosque y de lima. Nos pusimos al tanto de nuestras situaciones laborales, amorosas y vitales; y planificamos el día siguiente. Mi último día completo en Barcelona.
Cuando voy a hacer pis me hago un selfie. Es evidente que no domino la técnica.
De hecho me encanta mostrar las fotos de la realidad. Así, sin filtros ni enfoques.
Estando como estamos, acostumbrados al retoque fotográfico, a modular saturación y tonos, a elegir qué foto mostrar al mundo... creo que lo que debemos empezar a valorar es la honestidad gráfica. Con tanto Pinterest, tanto Instagram y tanta cosa, vamos a conseguir que la realidad nos parezca una mierda insípida; que el mundo y nosotros mismos seamos feos y carentes de emoción.
Y no. La vida es maravillosa, y los colores de la realidad son imposibles de retratar. (Y yo prefiero que las fotos buenas las hagan los fotógrafos).
Le cojo el gusto al selfie y al llegar al hotel me hago una foto antes de dormir.
Viernes por la mañana. Brilla el sol. Araceli y yo tenemos antojo de un buen brunch.
Preguntamos a Mónica dónde podemos ir. Nos recomienda ir al Picnic. Araceli consulta donde está y nos disponemos a ir allí.
El problema es que no abren hasta más tarde, así que terraceamos por distintos sitios. Caminamos, hablamos de alimentación saludable y especias. Araceli controla muchísimo de nutrición y dietética; debería mostrar sus conocimientos al mundo.
Acabamos en el Gótico. Al llegar a esta plaza recordamos los conciertos que hemos visto una y otra aquí: Belle & Sebastian, La Buena Vida... cuando íbamos al BAM, y éramos jóvenes e inexpertas.
A las dos nos parece más pequeña la plaza empedrada. Es terrible.
Porque eso significa que somos nosotras las que nos hemos hecho mayores; que el mundo es más asumible, más pequeño cada día.
Cuando yo era pequeña una lata de coca-cola duraba una tarde. Ahora me la puedo beber de dos tragos.
Araceli se toma un pincho de ensaladilla en un sitio que no recuerdo como se llama , pero que es famoso por sus croquetas. (Así escrito parece un absurdo, pero no lo es, se lo aseguro).
Nos encontramos a Malba G. Sawada. Nos dice que hoy no sale, porque mañana hacen fiesta de día para celebrar el cumple de Bonjo.
En efecto al poco rato, recibo una invitación por whatsapp para el cumple de Bonjo. Le explico a Miguel (que es el marido de Bonjo) que me voy en unas horas, que no puede ser.
Araceli se retira a descansar (Cómo mola decir de alguien que se retira a descansar) y yo tomo el metro para recoger unas zapatillas que me he dejado en casa de Mónica.
Es el primer día del año que no llevo calcetines. Me siento pletórica y primaveral.
Miren qué cosas más bonitas se ven por Barcelona:
De hecho, me duele que me sorprenda admirarme de la belleza y de la pulcritud. Acostumbrada a Madrid, abandonada a su suerte, y hecha una cochiquera por culpa de Ana Botella, esto es grandioso.
Otra cosa que me llama la atención es que aquí no hay hipsters. El normcore se ha hecho con las gentes de aquí. Es todo sencillo y un tanto despersonalizado. Hay miedo a errar. Entiendo que Alicia Padrón (que vive aquí) sea un tótem de la moda. Ella lo es siempre, pero en Barcelona no existe nada ni nadie parecido.
La gente va mona y aseada, sin estridencias.
En esta floristería le compro a Mónica una planta de pared. Se la llevo y recojo mis zapatillas.
Aquí la puerta de un garaje:
Y aquí mi comida. O merienda. No sé.
Un poco antes de llegar al hotel, me pillo estos pastelitos árabes (5 euros) y me los como en la cama tan ricamente. Aprovecho para contestar mails y whatsapps.
Siesta, ducha, crema hidratante, maquillaje y a la calle.
Cenamos con Jordi en un sitio muy guay que no recuerdo cómo se llama. Él se pide un pollo espectacular. Araceli algo menos vistoso que no recuerdo; y yo una pizzalada.
Volvemos después al Caribbean. Nuestro sitio favorito. Cócteles ricos.
De ahí al Apolo. ¡Ay, el Apolo! Cuantos recuerdos. Yo creo que la impronta inconsciente de este lugar, ha propiciado que a mi primogénito, de nombre Leopoldo, le conozcan todos como "Polo".
He sido tan feliz aquí...
Esta es la tienda:
Y esta la entrada:
Y lo mejor de todo: El cartel de bienvenida. Me encantaría poder poner algo así en mi casa:
Paso horas escuchando a Talaboman (que son John Talabot y Axel Boman), comprobando cómo pasa el tiempo y saliendo a la zona de fumadores en la calle, donde se está muy a gusto, y Borja, Melindres y sus respectivas parejas me dan conversación. (Se llevan tan bien todos que tienen hasta un chat los cuatro).
En el interior Jordi y Araceli parlotean alegremente entre ellos y con la chavalería toda.
Joder, qué cariño le tengo a este sitio.
Al salir echamos a andar cual nómadas apátridas (bien de esdrújula junta). En mi caso es un poco real, porque he de organizar mis cosas para regresar a mi tierra bella.
Por la calle nos encontramos a Cata de Andrea que está viviendo ahora en Barcelona, y que también acaba de salir del Nitsa.
Voy al hotel, me cambio, recojo mis cosas, cierro la maleta y me voy.
Esta es la estación del ave a las 8 de la mañana de un sábado:
Y esta soy yo cargando el móvil en el baño de la estación del ave a las 8 y 5 de la mañana.
Voy en preferente. Maravilloso. Para asegurarme un buen sueño me tomo un relajante muscular suave (Robasixal), porque ando bastante contracturada.
Mi viaje a Barcelona ha terminado.
Mi conclusión es que da gusto moverse, ver amigos y conocer gente. Y también que Barcelona es como la típica chica inteligente y guapa de la clase, que saca buenas notas pero todo le luce poco, frente a Madrid, menos agraciada y lista pero más resuelta, que al final se lo come todo (en todas las acepciones posibles).
Al llegar a Madrid, la sequedad hace que mi pelo pierda volumen. Qué bien lo he pasado, joder.
Lo dice Diana Aller